Si estás aquí seguramente ya me conoces.
Si todavía no,
déjame advertirte de algo importante:
Nos vamos a hacer amigos.
—Dani, ¿Cómo estás tan seguro?
—Porque no trabajo con capullos.
—Que yo no sea un capullo no quiere decir que vayamos a ser amigos.
—¿Quizás estás pensando que el capullo… sea yo?
—Bueno a ver, acabo de entrar en tu web y me hablas así, sin conocernos de nada…, la verdad es que he pensado “este Dani Benavides, ¿de qué va?”.
—¡Ves! Aquí acabamos de dar el primer paso.
—¿Qué paso?
—El de nuestra amistad.
—¿Qué quieres decir?
—Nos estamos sincerando.
—¿Crees que con eso ya somos amigos?
—No, todavía no.
—Dani, creo que me estás vacilando.
—En absoluto. Te hablo de algo tan importante como la honestidad.
—Cierto, nos acabamos de sincerar el uno con el otro. Pero, ¿no crees que es muy pronto para ser amigos?
—Desde luego, todavía nos falta algo muy importante: la confianza.
—Dani, eso no se consigue de un día para otro.
—Si tienes prisa nos despedimos aquí, no quiero que por una amistad dejes lo que tengas que hacer ahora.
—¿Cuáles han sido tus proyectos más importantes?
—Hay dos proyectos de los que estoy especialmente orgulloso aunque no terminaron como esperabamos.
—¿Se torcieron?
—Así es.
—¡¿Y te presentas así?!
—Cuando te enfrentas a grandes problemas es cuando más aprendes. ¿No crees?
—¡Absolutamente! Pero dime, ¿algún éxito claro?
—Mi primer trabajo.
—Ah! Todavía te acuerdas, ¿eh? Así que te marcó...
—Me fichó Jorge Gómez-Monroy, que lo había ganado todo a nivel mundial como director creativo.
—¿Qué tenías que hacer?
—Era el responsable de montar un programa semanal sobre publicidad. Principalmente entrevistas a las grandes figuras del momento: Oliviero Toscani, Fernando Vega Olmos, Daniel Solana, Nacho Gayán…
—Gran comienzo.
—Me venía grande el puesto. Era joven y sin experiencia, apenas sabía usar el Avid. Había montado proyectos underground en Londres pero nada profesional.
—¿Y qué pasó con el joven Dani Benavides?
—Al cuarto programa Jorge me dio unas cintas y me dijo: “Esta es la entrevista de Bassat, la otra es su bobina. Me voy a Madrid; si a mi vuelta no has hecho un buen trabajo, estás despedido.”
— ¡Qué presión!
—Me cagué vivo. Era mi primer trabajo como montador y sabía que no estaba a la altura.
—¿Qué hiciste?
—Vi la entrevista varias veces y me fui a dormir con ella en la cabeza. Al día siguiente corté la entrevista, hilé un tema detrás de otro y añadí el b-rol.
¡FUNCIONABA!
—¡Salvaste el culo chaval!
—Pasó algo todavía mucho mejor, entendí lo qué era un buen montaje.
—Ahora tengo ganas de saber sobre esos otros dos proyectos.
—El primero fue un montaje muy potente: violaciones, abusos, estigmatización, cuestionamiento del poder…
—Suena muy intenso, Dani.
—Es lo que viven millones de mujeres a diario en el mundo.
—¿Por qué dices que se torció?
—El cliente pidió a la directora vaciar de contenido el mensaje.
—El pan nuestro de cada día. ¿A quién no le ha pasado eso?
—No cuando llamas a una reputada artista y pretendes imponerle un mensaje.
—Bueno, todos nos hemos vendido alguna vez. Ya sabes, el cliente siempre tiene la razón.
—El cliente tenía sus razones, totalmente legítimas. Aprobaron el guión, la música y el primer montaje, pero los cambios que pidieron en la segunda ronda… eso era contar otra historia. La directora se negó.
—Hizo muy bien, ¿Qué os dijo el cliente?
—Me contactó directamente a mí para que hiciera los cambios que la directora se negó a hacer.
—Evidentemente no aceptaste.
—Me vas conociendo.
—¿Cómo acabó?
—Les entregamos el disco duro y cobramos por todo el tiempo empleado.
Aquí está el montaje por si te interesa verlo:
—¿Cuál es el otro proyecto?
—Etiopía. El mismo día que comienza el rodaje, los periodistas occidentales fueron declarados enemigos del gobierno y se ven obligados a salir del país.
—¡¿No suspendieron el rodaje?!
—No, el equipo viajó más de 1.000kms en medio de un conflicto armado.
—Entiendo que no les pasó nada.
—Les pasó de todo. Les engañaron, les perdieron unos audios imprescindibles que nunca pudieron recuperar…
—Debieron sufrir mucho.
—Sí, el día que llegaron a Barcelona parecía que venían de la guerra.
—Bueno, pero al final ¿todo bien? nadie herido, el documental se pudo hacer, me imagino.
—Por suerte pudieron rodar buenas imágenes, pero les faltó tiempo para rodar toda la historia que la directora tenía pensada. No había conflicto.
—¿Y qué hicisteis?
—Lo puedes ver por ti mismo, mándame un email o un mensaje y te paso la contraseña
—¿La contraseña me llega al instante?
—No, te lo envío manualmente en cuanto pueda. Máximo 12 horas, puede ser que estés en la otra parte del mundo y yo esté durmiendo.
—¿Y si tengo prisa?
—Eso no es compatible con el compromiso de nuestra amistad.
—Dani, tienes razón, pero te voy a decir algo ahora que estamos cogiendo confianza: con esta estrategia vas a perder muchas visualizaciones.
—No quiero muchas visualizaciones.
—¿Ah, no? ¿Entonces qué quieres?
—Que trabajemos juntos.
El Arte de Gustar a los Demás y Otros Secretos Sobre el Montaje.